Voy de camino a la comunidad que voy preparando desde hace tiempo. Siempre las obras extraordinarias suponen un trabajo extra, presupuestos de proveedores, comparativos, y un arquitecto que parece ser su primera obra.

Llego al portal y Don Antonio, como siempre, fumando espera mi llegada para charlar sobre cualquier asunto. Quedó viudo hace un par de años y parece necesitar unos minutos de conversación antes de comenzar la junta. Al acercarme pienso en un cariñoso saludo que alegre a este propietario y me haga sentir bien al mismo tiempo. Cuando estoy apenas a un metro mi saludo se engulle en mi propio cuerpo tras un gesto rápido de huida de Antonio.

Me dispongo a entrar dentro del patio, y para mi sorpresa, numerosos propietarios y propietarias, poco frecuente de hecho, chismorrean en pequeños grupos. A la que perciben mi presencia se hace un extraño silencio. Doña Carmen, propietaria de unos cincuenta y cinco años, mal genio y sin pelos en la lengua, da un paso al frente, liderando a todos los presentes, y sin ofrecerme ni tan siquiera un educado saludo, me mira a los ojos y me dice: «Puedes marcharte, ayer decidimos los vecinos que no continúas y ya tenemos otro administrador».

Si alguna vez fuiste el protagonista, y aún a día de hoy te preguntas qué hiciste mal y cómo no podría volverte a ocurrir, te daremos algunos buenos consejos:

  1. El presidente es tu gran aliado porque su opinión siempre es respetada en una junta y suelen ser los posibles revolucionarios en la renovación de cargos. Evita que esto ocurra.
  2. Tu trabajo y tu esfuerzo debe de ser conocido por la gran mayoría de los propietarios, cualquier buena gestión es noticia. Utiliza el email para notificaciones masivas.
  3. Las juntas, cuentas, anuncios, avisos, comunicaciones, etc. son pesados, pero cuantos más transmitas, mayor valor percibirán tus clientes. No olvides venderte en todo momento.
  4. Con los propietarios críticos siempre existe una llamada a tiempo, que puede llegar a solucionar todos los problemas. Es posible que se convierta en tu gran defensor al poco tiempo. Intenta llegar a las juntas con los mínimos críticos.

En definitiva, y para resumir estos consejos nos acogemos al famoso refrán que dice que el roce hace el cariño.